
La Universidad salvaguarda el principio del saber global a través de su autonomía; históricamente ha sido foco de tensiones entre sus fines y la respuesta exigida por el medio circundante. La responsabilidad social demandada a la institución implica un replanteamiento para reformar el pensamiento, hecho que no representa el mayor riesgo, pues es una tarea urgente frente al aparente predominio de la fatalidad y la ambición que presenciamos. Sin embargo, cuando la reforma se circunscribe a un proceso de gestión la alerta se enciende, porque la responsabilidad intenta ser miniaturizada a mecanismos de control y regulación, factor que colocará a la universidad en riesgo de subsumir su filosofía a la eficiencia; por lo que quedaría privada de su responsabilidad como telos al ver limitada su libertad.
René Pedroza Flores y J. Loreto Salvador Benítez
UAEM, Toluca, Estado de México.